Ciudad Universitaria.
06:00 hrs. 24 de marzo de 2010
• Trabajos transversales como los del Centro de Ciencias de la Complejidad utilizan física, matemáticas y cómputo para analizar epidemias, biodiversidad y urbanismo, dijo Vladimir Ávila Reese, del Instituto de Astronomía
• El astrónomo universitario consideró que las ciencias exactas requieren ser más integradoras y planificadas hacia la sociedad y sus problemas
Las ciencias exactas son generadoras de nuevo conocimiento fundamental para saber cómo funciona la naturaleza, pero tienen mucho que aportar para resolver problemas sociales, consideró Vladimir Ávila Reese, del Instituto de Astronomía (IA) de la Universidad Nacional.
El astrónomo dijo que en esta casa de estudios se realizan diversos esfuerzos por difundir conocimientos científicos entre la sociedad. “Pero dentro y fuera de la institución se requiere ser más incisivos para convencer de la importancia de invertir en educación, ciencia y tecnología, motores del desarrollo de un país”, afirmó.
“Estas tres áreas de generación de conocimiento están directamente relacionadas con el avance de un país en lo intelectual, lo económico y lo social”, advirtió en la conferencia Las ciencias exactas en el contexto social. El caso de la UNAM.
En la charla, ofrecida en el XIII Seminario de Economía, Ciencia y Tecnología “Una mirada panorámica de la UNAM”, organizado por el Instituto de Investigaciones Económicas (IIEc), Ávila Reese recordó que la Universidad Nacional es la institución mexicana que realiza más estudios en todas las áreas del conocimiento, desde las ciencias exactas y naturales, hasta las humanidades y las ciencias sociales.
“Pero aún nos falta llegar más a la sociedad, especialmente a la educación básica, para que conozcan lo que hacemos y se sepa por qué generar conocimiento científico en todas las ramas del saber es importante para el país”, dijo.
Consideró que las ciencias exactas requieren ser más integradoras y planificadas hacia la sociedad y sus problemas.
Sociedades del conocimiento
Reconoció que, pese a sus significativos avances, el pensamiento científico apenas tiene cuatro siglos en la humanidad, mientras el pensamiento mágico existe hace 200 mil años en diversas culturas, el religioso hace siete mil, y el metafísico (impulsado por la cultura griega) está presente hace dos mil años.
Asimismo, señaló que el pensamiento científico debe acompañarse además de un gran sentido humanista y ecológico, dos elementos que crean una conexión social.
“Temas que durante el siglo XX causaban extrañeza y asombro, han dado grandes aplicaciones, como la física cuántica, de la que deriva la electrónica; la física atómica, de donde se desarrollaron varios usos de la energía, la electricidad y muchas aplicaciones médicas, y la astronomía, que además de enseñarnos cómo es el Universo, ha tenido aplicaciones en la óptica, en equipos médicos y en las cámaras digitales que hoy están integradas, incluso, a los teléfonos celulares”, concluyó.
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