noviembre 07, 2006

Ser o no ser... planeta


La controversia de Plutón y los planetas enanos
Por Mariana Espinosa Aldama

Publicado en QUO/octubre 2006

¿Qué es ser planeta? Pareciera increíble que, llegado el siglo xxi y decenas de sondas enviadas al espacio, no se tuviera una respuesta aceptable a esta pregunta; en los últimos tres años, sin embargo, las observaciones de un sin fin de objetos transneptunianos han precipitado a los astrónomos a resolver una controversia que comenzaba a tener tintes populistas. A pesar de que Plutón no lo disparó, ha resultado ser el gran protagonista de un largo debate.

El mensaje de las estrellas
Los antiguos griegos llamaron errantes (planetas) a esos objetos en el cielo que se movían a un ritmo distinto al del resto de las estrellas, de los cuales se distinguían siete: Mercurio, Venus, Marte, Júpiter, Saturno, la Luna y el Sol, que son los mismos que dieron nombre a los días de la semana. El Sol y la Luna, por supuesto eran casos especiales, evidentemente distintos a los otros cinco que tienen una apariencia —a ojo pelón— igual al de una estrella. Esta distinción se mantuvo así durante siglos, hasta que la teoría heliocéntrica de Nicolás Copérnico, publicada en 1543, fue ganando adeptos. El Sol dejó de ser catalogado así y la Tierra entró en el modelo como uno más de los planetas.
La gran controversia se inició con la publicación del Mensajero Sideral, el primer tratado astronómico basado en observaciones con telescopio, en cuya portada Galileo Galilei anuncia sus observaciones en: “…la superficie lunar, en las estrellas fijas, en la Vía Láctea y en las nebulosas de estrellas pero primariamente en cuatro planetas… de la estrella de Júpiter que se mueve con admirable velocidad…”. Los satélites de Júpiter que descubrió Galileo en 1610 fueron anotados como planetas, al igual que Titán, el mayor de los satélites de Saturno, descubierto en 1659, Japeto y Rea (vistos por primera vez en 1673). Ante los múltiples descubrimientos de nuevos objetos y la evidencia de que no todo giraba alrededor de la Tierra, se debió hacer una nueva clasificación: los planetas serían aquellos objetos que giran alrededor del Sol, y las lunas serían aquellos que giran alrededor de los planetas. Esta clasificación resultaba históricamente correcta pues mantenía en su estatus a los planetas clásicos, que junto con Urano, descubierto por Sir William Herschel en 1781, volvían a ser siete.
Urano entró rápidamente dentro de la clasificación de planeta pues el cálculo de su órbita indicaba que efectivamente gira alrededor del Sol. Además el radio de su órbita coincidía justo con una sencilla serie matemática que encontraron dos astrónomos alemanes: Johann Titus y Johann Bode —quien por cierto, dio nombre a Urano—. La regla no posee mayor sustento físico y está considerada como una simple coincidencia matemática, la cual sugería, además de Urano, la presencia de un quinto planeta “perdido” ubicado entre las órbitas de Marte y Júpiter y que resultó ser el cinturón de asteroides.

Los casos de Ceres, Vesta, Juno y Pallas
En enero de 1810 un monje italiano de nombre Giuseppe Piazzi vio por vez primera a Ceres, un débil punto luminoso que se comportaba como un errante. Piazzi no se atrevió de declararlo planeta y prefirió anotarlo como un posible cometa. El cálculo de su órbita indicó que se encontraba entre Marte y Júpiter por lo que los alemanes Titus y Bode no dudaron en identificarlo con el “planeta perdido” en vista de que también cumplió con la llamada Ley de Bode. En poco tiempo se observaron otros 3 objetos en la misma órbita: Pallas, Juno y Vesta. Sir Herschel midió el radio de estos supuestos planetas y concluyó que eran demasiado pequeños para considerarlos así, pues aun vistos con telescopio no era posible apreciar bien a bien su forma esférica. Sir Herschel declaró que tenían una forma asteroidal, es decir, parecidos a un astro, así que decidió llamarlos asteroides, reservándose el derecho a cambiarles de nombre en caso de encontrarles otra característica que describiera mejor su naturaleza. Los cuatro asteroides mantuvieron un estatus de planeta por casi cincuenta años, incluso en los libros de texto y cartas astronómicas de mediados del siglo xix donde se encuentran catalogados doce planetas: Mercurio, Venus, Tierra, Marte, Ceres, Pallas, Juno, Vesta, Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno.

Plutón, dios del inframundo
Dos “Pluto” nacieron en 1930: el perro de Mikey Mouse y el noveno planeta; el primero debió su nombre al segundo, bautizado por una niña británica de 11 años llamada Venetia Phair, aficionada a la mitología griega, quien propuso la versión latina de Hades, el dios del inframundo. El nombre fue aceptado rápidamente, no sólo por representar maravillosamente los confines del Sistema, sino porque sus dos primeras letras son las iniciales de Percival Lowell, astrónomo estadounidense fundador del Observatorio Lowell, en Flagstaff Arizona, donde se hizo el descubrimiento.
Para esta época Ceres, Pallas, Juno y Vesta estaban ya catalogados como asteroides y los cálculos de las órbitas del Sistema Solar eran lo suficientemente precisos como para pensar que no había otro objeto de dimensiones considerables más allá de Neptuno. Plutón era un granito negro en el arroz. A diferencia de los jovianos (Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno) que son muy masivos y gaseosos, Plutón es pequeñito, más que la Luna y está formado por hielos de metano, nitrógeno y monóxido de carbono. Además su órbita no se encuentra dentro de la eclíptica, es decir, dentro del plano del Sistema Solar, sino que está inclinada 17º y es muy alargada, casi como si fuera un cometa. Estas características hacen pensar que Plutón no se formó en el disco protoplanetario que dio origen al resto del sistema, y que más bien sea el más cercano de los objetos transneptunianos, que parecen formar cinturones de pedruscos llamados de Kuiper y Nube de Oort. ¿Será o no será planeta? En 1978 el estadounidense James Christy encontró a Caronte, el primer satélite de Plutón, lo que refrendó su estatus.
Es posible que los astrónomos con acceso a los telescopios de nueva tecnología, especialmente los estadounidenses se hayan obnubilado con la posibilidad de nombrar a sus propios planetas pues en los últimos 3 años han identificado más de 100,000 objetos transneptunianos, entre ellos 2003 UB313 —peor conocido como Xena—, 2003 EL61, 2005 FY9, 90377 Sedna —con un radio mayor al de Plutón—, 90482 Quaoar—les debo la pronunciación—, 5000 Orcus y dos satélites más de nuestro protagonista: Nix e Hidra. Evidentemente, mientras más nos acerquemos al cinturón de Kuiper, vamos a encontrar más objetos y cada vez más pequeños. ¿En dónde se traza una línea y decimos: hasta aquí?

Una nueva definición de planeta
La Unión Astronómica Internacional (UAI), compuesta por 9,785 astrónomos profesionales de 85 países se reunió en agosto de 2006, como lo hace cada 3 años desde 1919, esta vez en Praga, donde se debatió, entre muchos otros temas, la definición de planeta y la condición de los transneptunianos. Como es costumbre en astronomía, este tipo de controversias se resuelven por concenso, así que en la asamblea general se votaron cuatro resoluciones a este respecto:
1.- Un planeta es un cuerpo celeste que (a) gira alrededor del sol, (b) tiene suficiente masa para que mantenga un equilibrio hidrostático -- que sea casi esférico-- y (c) haya limpiado su vecindad orbital--es decir, que no haya otros objetos de tamaño comparable dentro de su órbita--.
2.- Un planeta enano es un cuerpo celeste que también cumple con (a) y (b), pero que no ha limpiado su vecindad órbita.
3.- Todos los demás objetos (cometas, asteroides) serán conocidos como objetos pequeños del Sistema Solar.

Las resoluciones que proponían el adjetivo de clásico a los planetas y el término plutoniano para distinguir a una nueva categoría de objetos no fueron aprobadas. Sí lo fue, en cambio, la clasificación de Plutón como el prototipo de un planeta enano. Al igual que cientos de objetos transneptunianos, Ceres, Plutón, Caronte y Sedana serán ahora llamados planetas enanos.

¿Porqué entra Plutón dentro de esta clasificación?

Resulta ser que el diámetro de Caronte es de 1,207 km, casi la mitad del de Plutón y que ambos funcionan como un sistema binario que gira alrededor del centro de masa del sistema, por lo que no se puede decir que uno es satélite del otro. Esto equivale, aunado a la existencia de NIx e Hidra, a no tener una órbita limpia.

En una reunión informal, de esas que suceden ocasionalmente en los pasillos del IA, Leticia Carigi aclaró a todo un grupo de astrónomos y estudiantes que estas resoluciones sólo se aplican para el Sistema Solar. En opinión de la astrónoma venezolana. El término de planeta enano será sustituido prontamente por otro más adecuado --de la misma manera que asteroide sustituyó al término planeta menor--. También es importante notar que ya se mencionan otros criterios basados en la naturaleza física de los objetos, como lo es su masa, y no sólo su circunstancia espacial. Sin embargo estos criterios no se aplican a los satélites. En efecto, a los astrónomos y aficionados les queda mucho por debatir, por ejemplo: Ganímedes, el mayor de los satélites de Júpiter, tiene un diámetro mayor al de Mercurio. Si Ganímedes, por alguna razón fuera expulsado de su órbita actual, ¿se convertiría en planeta? Según la definición actual, sólo si siguiera girando alrededor del Sol en una órbita limpia. Entonces, ¿cómo podríamos clasificar a un planeta que no está atado gravitacionalmente a una estrella?y... ¿qué hay de los más de 200 "planetas" que han sido detectados en otros sistemas? ¿Cómo van a ser clasificados?

Las resoluciones de Praga han abierto un debate que seguramente continuará en el congreso de Río de Janeiro en el 2009, pero que, curiosamente preocupa más a otros sectores de la sociedad que a los astrónomos mismos. Culturalmente hablando y, en materia de educación básica, puede ser que nos preocupe dejar de mencionar a Plutón al cantar, por ejemplo, la canción de "Dónde están los asteroides" de Burbujas, pero sería más preocupante que nuestros hijos tuvieran que memorizar 50 planetas en vez de 8. Por otro lado, es probable que aquellos involucrados en proyectos de investigación relacionados con Plutón y demás transneptunianos recibieran un mayor financiamiento si estudiaran un planeta que un planeta enano, aunque a final de cuentas el objeto de estudio sea exactamente el mismo y todo sea un problema de simple clasificación.

Según las resoluciones de la UAI, hay 8 planetas:
Mercurio, Vénus, Tierra, Marte, Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno.

Algunos datos:

El ahora planeta enano, Ceres, contiene aproximadamente un tercio del total de la masa del cinturón de asteroides.

El diámetro de Caronte (también conocido como Plutón II) mide 1,207 km, casi la mitad del de Plutón. Ambos funcionan como un sistema binario que gira alrededor del centro de masa del sistema, por lo que no se puede decir que uno es satélite del otro. Los dos transneptunianos serán visitados por la misión Nuevos Horizontes en julio de 2015, la cual fue lanzada conéxito desde Cabo Cañaveral el 19 de enero de este año. Entre 2016 y 2020 la sonda entrará en el cinturón de Kuiper en espera de encontrar nuevos y más extraños objetos.

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