septiembre 30, 2008

Resultados de la elección para representantes de comité local de Teotihuacán y Zócalo

En vista de que sólamente se presentaron dos candidaturas para el comité de Teotihuacán para la Noche de Estrellas y una para la Fiesta Astronómica en el Zócalo, no hubo necesidad de pasar a la siguiente fase de la votación, por lo que los representantes de sociedades astronómicas son:

Teotihuacán:

Rogelio Ajuria G.
Taller de Astronomía "Carta del,Cielo", A.C.

Manuel García Montúfar
Sociedad Astronómica de la Facultad de Ciencias, Nibiru

Zócalo:

Lic. Alvaro Rodriguez Carrera
Astronomía Educativa

septiembre 26, 2008

Concurso de Cartel Año Internacional de la Astronomía 2009

EL INSTITUTO DE ASTRONOMÍA DE LA UNAM
CONVOCA AL:

Concurso de Cartel Año Internacional de la Astronomía 2009

B A S E S:

1. Podrán participar, en forma individual o colectiva, diseñadores y comunicadores gráficos, dibujantes publicitarios y artistas visuales, que sean estudiantes pertenecientes al Centro de Investigaciones de Diseño Industrial (CIDI) ó a la Escuela Nacional de Artes Plásticas (ENAP) y que estén inscritos en el semestre 2009 - 1 o activos al momento de la convocatoria.

2. El tema del cartel se enfocará al lema oficial del Año Internacional de la Astronomía 2009: “El Universo para que lo descubras".

El objetivo de este cartel es utilizar las habilidades y recursos de los comunicadores para atraer a los amantes del cielo y sus secretos a la celebración en 2009 del Año Internacional de la Astronomía.

Durante el 2009 se festeja en más de ciento veinte países el Año Internacional de la Astronomía. Esta celebración mundial está enfocada a resaltar las contribuciones de la Astronomía a la ciencia y la cultura. Se pretende estimular el interés general no solamente sobre esta disciplina, sino sobre la ciencia en general. Se celebran cuatro siglos de avances fundamentales iniciados por Galileo Galilei al utilizar en 1609 el telescopio por primera vez para observaciones astronómicas. Con este magno evento celebramos a la Astronomía como una actividad unificadora y multicultural que trabaja creativamente para encontrar respuestas a algunas de las preguntas fundamentales que se ha planteado la humanidad.

3. El diseño del cartel deberá incluir el nombre Año internacional de la Astronomía 2009, el lema El Universo para que lo descubras y la página Web del evento http://www.astronomia2009.org.mx/

Deberá tener además la lista de actividades a realizarse durante el año: Noche de las Estrellas, Fiesta Astronómica, Feria de la Astronomía, Conferencias, Exposiciones y Concursos, además de los siguientes logotipos: UNAM y AIA2009 (los encontrara en http://www.astronomia2009.org.mx/logos.htm).

4. El formato final será de 69.0 cm x 44.0 cm. Se entregará impreso a un 60% de su tamaño, montado sin marco en un soporte rígido (cartulina ilustración blanca o similar); así mismo, llevará una camisa de acetato o mica transparente que proteja la obra. Se recomienda no usar cintas adhesivas o pegamentos que puedan dañar la obra cuando se monte en el soporte descrito. Los trabajos reflejarán la apariencia final del cartel, por lo cual, no se harán indicaciones técnicas o sugerencias de acabado sobre la camisa. Cada concursante podrá presentar un máximo de dos propuestas.

5. Se podrá utilizar un máximo de cuatro tintas o selección de color.

6. El participante identificará cada propuesta con un seudónimo, el cual se escribirá con letras visibles en la parte posterior del cartel, en el ángulo inferior derecho.

Junto con el cartel se entregará un sobre cerrado y rotulado con el mismo seudónimo, que contenga lo siguiente: una síntesis del Curriculum Vitae, un disco compacto CD con la propuesta al 100 % en archivo electrónico TIFF o JPG a 300 dpi de resolución, la carta de cesión de derechos firmada y una tarjeta de datos completos del participante:

Seudónimo:
Nombre (s):
Apellidos:
Carrera y Semestre:
Número de cuenta:
Dirección permanente:
Correo electrónico:
Teléfono: (donde pueda ser localizado)

7. La presente convocatoria estará vigente desde el momento de su publicación hasta las 17:00 horas del 27 de octubre de 2008. En el caso de los trabajos enviados por correo se tomará en cuenta la fecha del matasellos postal. Después de esta fecha ningún trabajo será aceptado.

8. Los proyectos se recibirán de lunes a viernes de las 10:00 a 17:00 horas.en el Instituto de Astronomía de la UNAM:

Comité Organizador del Concurso de Cartel
Año Internacional de la Astronomía 2009
Instituto de Astronomía, UNAM
Circuito de la Investigación Científica, S/N
Ciudad Universitaria
Col. Copilco-Universidad
Delegación Coyoacán
04510 México D.F.

También podrán ser enviados vía mensajería, con atención a Ma. Teresa Punaro en la misma dirección.

9. El jurado estará integrado por profesionales del diseño, artistas de reconocido prestigio, promotores de la cultura y especialistas en el campo la Astronomía cuyos nombres se darán a conocer en la publicación del fallo. Éste se reservará el derecho de eliminar aquellos proyectos que no reúnan las especificaciones solicitadas en esta convocatoria, así como de declarar desierto el concurso. Su decisión será inapelable.

10. Una vez emitido el fallo del jurado se notificará inmediatamente a los ganadores vía telefónica y por correo electrónico.

PREMIOS

11. Se otorgarán cinco premios:

Primer lugar $12,000.00 (doce mil pesos M.N.)
Segundo lugar $4,000.00 (cuatro mil pesos M.N.)
Tercer lugar $2,000.00 (dos mil pesos M.N.)
Cuartos lugares (dos premios) $1,000.00 (mil pesos M.N.) cada uno.

Además de las Menciones Honoríficas que el Jurado considere pertinentes, se entregarán diplomas de participación a todos los trabajos entregados.

12. Todos los carteles ganadores podrán ser reproducidos y distribuidos a nivel nacional.

13. Los ganadores se comprometen a ceder los derechos de uso y reproducción al Instituto de Astronomía de la UNAM.

14. La premiación y la entrega de menciones se llevará a cabo el viernes 28 de noviembre de 2008 a las 13 horas en el Instituto de Astronomía de la UNAM.

15. De los carteles participantes se realizará una selección que pasarán a formar parte del acervo cultural del Instituto de Astronomía de la UNAM, y podrán ser utilizados exclusivamente para promocionar el AIA2009. Se presentarán en exposiciones itinerantes durante 2009 y en una exposición especial en la Feria de la Astronomía a realizarse en noviembre del 2009.

16. Los carteles no seleccionados se devolverán durante la primera semana del mes de diciembre de 2009 en el Instituto de Astronomía de lunes a viernes de 10:00 a 15:00 hrs.

17. Cualquier punto no contemplado en esta convocatoria será resuelto por el Comité Organizador.

Mayor Información con Juana Orta en el 5622 4903 de lunes a viernes de 9:00 a 14:00 horas.

Comité Organizador
“Año Internacional de la Astronomía 2009”
Ciudad Universitaria, México D. F.

Paginas donde descargar imágenes astronómicas en alta resolución

http://hubblesite.org/gallery/

http://chandra.harvard.edu/photo/

http://www.spitzer.caltech.edu/Media/mediaimages/index.shtml

http://www.nasa.gov/audience/formedia/index.html


http://www.noao.edu/image_gallery/

http://antwrp.gsfc.nasa.gov/apod/astropix.html

http://www.eso.org/gallery/v/ESOPIA

Resultados del Premio Miguel Ángel Herrera Andrade 2008

LA SOCIEDAD MEXICANA PARA LA DIVULGACIÓN DE LA CIENCIA Y LA TÉCNICA, A.C. (SOMEDICYT)

Tiene el honor de dar a conocer los resultados del concurso:
PREMIO MIGUEL ANGEL HERRERA ANDRADE
de Divulgación Escrita de la Ciencia y la Técnica para Jóvenes 2008.


En la categoría “A”: Estudiantes de Secundaria, 12 a 15 años

Primer Lugar: JOCELYN LÓPEZ AGUILAR

En la categoría “B”: Estudiantes de Preparatoria, CCH, Bachilleres o Vocacional, 15 a 19 años.

Primer Lugar: SAÚL GIL GARCÍA

En la categoría “C”: Estudiantes de Licenciatura, 18 a 23 años

Primer Lugar: ALEJANDRA ORTIZ MEDRANO

Mención Honorífica a:

SOYENN FRANCESCHY MORALES
ILCE TLANEZI LARA MONTIEL
JUAN CARLOS NAVARRO ALVARADO

Cartas de felicitación por su trabajo a:

SAMANTHA IRAIS FLORES QUIROZ
LORETO JACELLE TENORIO DE LA PEÑA
JOSÉ EDUARDO VALDERRAMA GONZÁLEZ
SUSANA BERISTAIN DOLORES
JOSÉ ARELY CARRERA ROMANO
AGUSTINA DE LOS ÁNGELES REGINO PÉREZ

Agradecemos a todos su entusiasta participación y felicitamos calurosamente a los ganadores.

En su oportunidad informaremos sobre fecha y lugar de la premiación.

Los integrantes del Jurado:
Horacio García Fernández
Rolando Ísíta Tornell
Martín Bonfíl Olivera
Sergio de Régules

Estrella Burgos Ruiz
Presidenta
Somedicyt, A.C.

septiembre 23, 2008

Guillermo Haro (parte 1)

Elena Poniatowska/ I
La Jornada

Guillermo Haro Foto: Archivo de la familia Haro Poniatowska

Suele decirse que los hombres que se ocupan de los rayos cósmicos, de las longitudes de onda, de las radiaciones de luz, de la energía explosiva de los gases de las estrellas viven en su mundo y ese mundo –macrocósmico y microcósmico a la vez– les sorbe la vida y nada les apasiona más que un cuerpo celeste. Ver el cielo los inmuniza contra el apego a la tierra y la astrofísica los aleja a cien mil años luz de la vida cotidiana y los pesares del vulgo entregado a tareas comunes y corrientes.

Sin embargo, no hubo un día en la vida de Guillermo Haro en que no se preocupara por México y buscara el modo de sacarlo adelante. Guillermo Haro fue un hacedor. Por más que los visitantes al Observatorio de Tonantzintla le dijeran: “¡Qué feliz usted que vive en las nubes, absorto en las maravillas del cielo, apartado de este mundo y sus miserias!”, a Guillermo Haro lo enfermaba el retraso de nuestro país, su pobreza, la injusticia social y la corrupción política.

Estaba tan preocupado por el futuro de nuestro país que casi no vivía para sí mismo. A Guillermo en alguna ocasión le ofrecieron ser diputado y respondió a quien le traía la buena nueva: “No me ofenda”. Modesto, porque ¿cómo uno no puede ser humilde frente a la grandeza del universo? también desconectó personalmente los cables de un formidable equipo de televisión venido del Distrito Federal que pretendía no sólo hacerle una entrevista sino lanzar un reportaje sobre la astrofísica, la óptica y la electrónica en México. Acerbo, adusto, hosco, ante su autoridad los camarógrafos emprendieron la carrera.

Luis Enrique Erro, otro hombre magnífico, convenció en 1942 al entonces presidente de la República, Manuel Ávila Camacho de construir un observatorio y comprar una cámara Schmidt y Ávila Camacho puso una sola condición: que se hiciera en su estado. Luis Enrique Erro reclutó entonces a un Guillermo Haro de 28 años quien, fogoso como era participó en la instalación del nuevo observatorio y contempló con la cámara Schmidt desde la colina en lo alto del Valle de Cholula la estrella Polar a 19 grados sobre el horizonte Norte. Entonces las nubes de Escorpión y Sagitario, centro de la galaxia, iluminaban el cielo de febrero a octubre y en las noches despejadas y transparentes podía ver un extremo de la Nube de Magallanes. Con la cámara Schmidt estudió la Vía Láctea y al abrir los gajos de las cúpulas se dio cuenta de que los telescopios recorrían el mismo cielo que observan los astrónomos soviéticos y estadunidenses, los ingleses, los alemanes, los franceses, los chinos, los africanos, los argentinos, los chilenos o los australianos.

Guillermo Haro vivió en el pueblo de Tonantzintla, en casa de un campesino. Se hizo amigo de los Toxqui, los Tecuatl, los Tepancuatl, apadrinó a sus hijos al grado de que más tarde les construiría una escuela. Los hombres y las mujeres del campo lo querían por su seriedad, su laboriosidad y su modestia de auténtico hombre de ciencia.

En cambio, a Guillermo le avergonzó su pobreza y le irritó el sonido monótono del teponaxtle y la chirimía. Escuchó año tras año las campanadas de las iglesias y los cohetes que estallan siempre iguales. Mientras él se entregaba a la dinámica celeste en constante evolución, le encorajinaba ver que en el valle de Cholula nada cambiaba y sus compadres seguían arando con coa. ¡Ni un tractor¡ ¿De qué servía entonces descubrir en el cielo de Tonantzintla 12 estrellas Novas, super gigantes azules y rojas, nebulosas planetarias y variables asociadas al material interestelar si el pueblo seguía igual de atrasado y pobre? Sin embargo, Guillermo también era consciente de la fuerza de la sabiduría popular y la trascendencia que alcanzó la astronomía indígena. Cuando se despedía de su compadre Bernabé Toxqui, porque ya iba a subir a observar, éste le respondía: “No, hoy no va a poder”. “¿Por qué?” –preguntaba airado. “Porque las moscas andan volando muy bajo”. Y era cierto, la noche era mala como la canción.

Haro tenía un gran respeto por el que hace bien su trabajo ya fuera el de la limpieza o el de la confección de deliciosas quesadillas de hongos con tortillas de maíz azul palmeadas por Toñita, Nachita o Serafina. A diferencia de los lambiscones que son lacayunos con los poderosos y déspotas con los pobres, Guillermo Haro trataba como reyes a los pordioseros y polemizaba con furia con sus pares.

El Tonantzintla de Guillermo Haro fue el de la modestia y el de la escasez. Luis Rivera Terrazas, quién fue rector de la Universidad de Puebla, subía a pie la pequeña cuesta con su portaviandas y a medio día se sentaba humildemente a destapar el guisado preparado en casa. En varias ocasiones los muros de Tonantzintla amanecieron pintados: “Haro y Terrazas, comunistas”.

De muy joven, Guillermo –quien estudiaba leyes y filosofía– se acercó al Partido Comunista y tuvo una enorme admiración por Narciso Bassols, quien lo invitó a repartir en los pueblos más distantes la revista Combate, con José Revueltas. Era difícil venderla a pesar de los alegatos incendiarios de Haro y de Revueltas que filosóficamente terminaban en la cantina con sus nuevos compadres frente a una ronda de cervezas cuyo poder de convencimiento es mayor que el de la retórica de izquierda.

Hoy, Guillermo Haro no reconocería a Tonantzintla. Digo Tonantzintla, porque así llamaba él al hoy Instituto Nacional de Astrofísica Óptica y Electrónica y es la punta de flecha de ese progreso formidable. Quizá lo observa desde el pequeño monumento al lado del de Luis Enrique Erro que guarda la mitad de sus cenizas. La otra mitad se encuentra en la Rotonda de las Personas Ilustres que cada año florea Paula, su hija.

Guillermo Haro hizo todo lo posible por impulsar la ciencia y dijo que en vez de trabajar con un humanismo petrificado e inoperante y lanzar a la calle a un número desmesurado de licenciados (en los años 30 la facultad de mayor demanda era la de Leyes) mejor fundáramos institutos de física, de biología, de electrónica, universidades agrícolas y de recursos naturales, granjas experimentales que resolvieran problemas inmediatos. “Señores, por favor, escojan una carrera científica”. Insistía en el “saber hacer” y preguntaba airado: “¿Qué estamos haciendo para ayudar al progreso de México y de su pueblo?”

Quería modernizarnos, que formáramos parte del concierto de las naciones e hiciéramos nuestra propia ciencia en vez de importarla de Estados Unidos. Con la fundación de observatorios astronómicos consiguió que México se distinguiera internacionalmente en la ciencia. Él mismo fue doctor honoris causa de la Universidad de Upsala, miembro de número de la Royal Astronomical Society de Londres, honor que no suele concederse a extranjeros y del que ahora también lo es Manuel Peimbert, Premio Nacional de Ciencias y, sobre todo, obtuvo en 1986 el Premio Lomonosov que otorga Rusia a hombres de ciencia considerados excepcionales y equivale al Nobel, porque no hay Premio Nobel en Astronomía.

Todavía el miércoles 30 de noviembre de 1972 le dijo al entonces presidente Luis Echeverría en una reunión en el Colegio Nacional: “El humanismo para que sea actuante debe estar cimentado en los conocimientos imperantes de su época. Un escritor, un artista, un sociólogo, un economista tiene la obligación de tener bases científicas claras y profundas. ¿Qué nos sucedería el día de mañana si nos cerraran las fronteras de manera total? Muy posiblemente 90 por ciento de lo que traemos encima lo dejaríamos de usar sin la intervención de lo que nos viene de afuera. Todavía creo que los que estamos aquí presentes, nos quedaríamos prácticamente encuerados”. Exclamaba con frecuencia que cómo era posible que con 10 mil kilómetros de costa no nos alimentáramos del mar y desarrolláramos nuestros puertos. ¿Por qué no y guiábamos a los estudiantes hacia la oceanografía y la biología marina?

Quería enviar a centenares de estudiantes mexicanos a universidades y centros científicos extranjeros para obtener la experiencia y los conocimientos que nos faltan. ¿Cómo era posible que no impulsáramos nuestra ciencia y nuestra tecnología?

Cuando una conversación giraba hacia lo teológico y lo literario, Guillermo la enfrentaba a los sucesos físicos de la naturaleza y decía que la ciencia lo abarcaba todo y que un científico podría escribir de cualquier cosa y, en cambio, un literato no tenía los medios para hacerlo.

Guillermo Haro fue el miembro más joven de El Colegio Nacional al que ingresó a los 40 años. Pertenecer a ese cuerpo colegiado es el máximo honor que concede nuestro país a sus sabios. Su ingreso significó un nuevo impulso a las ciencias físicas y matemáticas en nuestra patria y Manuel Sandoval Vallarta declaró que Haro venía a representar una de las ciencias más antiguas y más ilustres en la que la matemática y la física encuentran su conjunción más perfecta: la astronomía.

Según Sandoval Vallarta, Haro pasaría a la historia como el primer astrónomo mexicano de fama internacional y sus descubrimientos publicados en el Astronomical Journal y el Astrophysical Journal, además de capitales, lo situaban entre los grandes astrónomos contemporáneos.

Cuando Guillermo entró a El Colegio Nacional, en 1954, la Facultad de Ciencias tenía 15 años de fundada y entre las universidades de provincia sólo la de Puebla, y eso por influencia del Observatorio de Tonantzintla, contaba hacía tres años con una escuela de ciencias.

Haro, desesperado, insistía en la disciplina y en el progreso y cuando una conversación giraba hacia lo teológico y lo literario la confrontaba con los sucesos físicos de la naturaleza en constante proceso de evolución.

Volvía una y otra vez a la definición de Heráclito: “El mundo es una unidad en sí misma. No ha sido creado por ningún Dios ni por ningún hombre. Ha sido, es y será eternamente como un fuego que se enciende y se apaga conforme a leyes”.

Pero más que por sus premios, incluyendo el Lomonosov, más que por ser un extraordinario observador, más que por su percepción y dinamismo, la importancia del doctor Haro radica en su influencia en el desarrollo de la ciencia en México. Su pasión lo hizo luchar porque hiciéramos nuestra propia ciencia y dejáramos de importar tecnología. “Tú vas a ir a sacar tu doctorado a Berkeley, tú Déborah, te vas a ir a Rusia, tú Carlos te vas al MIT, tú al Instituto Pierre y Marie Curie en París, tú te vas Londres, tú te vas a Irvine”.

El fracaso de alguno de sus becarios era un fracaso personal que lo sumía en la tristeza durante varios meses. También le entristecía que jóvenes que hubieran logrado un buen nivel académico aceptaran un puesto gubernamental y peleaba rabioso hasta el final para hacerlos volver a la investigación. Ésta era su dios y lo único que le importaba realmente era explicarse el universo, pero explicárselo para que los hombres pudieran vivir mejor en la tierra, en una tierra en la que todos tuvieran las mismas oportunidades.

Porque si el cerebro científico de Haro era privilegiado, también su actitud social era de primera. Paradigma de energía, se preocupó por sacar a México del agujero negro. Si como científico descubrió objetos estelares azules y galaxias azules, objetos Herbig-Haro que llevan su nombre, y estudió la formación estelar a la que aportó elementos fundamentales, como mexicano fue ejemplar.

Llevó una vida de honestidad y modestia alejado de toda publicidad que aún no se aquilata, como aún no puede verse la influencia de Haro, y la justeza de sus pronósticos: (“¿Qué hacen las secretarías de Pesca y Marina en el Distrito Federal?”) en nuestro diario devenir, en los días y los trabajos de nuestra patria, esa patria a la que Haro es lo mismo que López Velarde a la poesía: un creador único cuyo recuerdo nos enamora y nos enaltece.

Guillermo Haro (parte 2)

Elena Poniatowska

La Jornada
Panorámica de la sierra de la Mariquita, en Cananea, Sonora, sede del Observatorio Guillermo Haro, del INAOE Foto: José E. García B.

Guillermo Haro es el fundador de la astronomía moderna en México. Pertenece a ese pequeño grupo de hombres que amaron a México más que a sí mismos. Habría que recordar que por algo su segundo nombre fue Benito.

A lo largo de su vida tuvo una sola aspiración: el bien de México, el progreso de México, la libertad de México, la formación de jóvenes físicos, ópticos, electrónicos, biólogos marinos, que después de obtener su doctorado en las mejores universidades sacaran al país adelante.

Al igual que Luis Enrique Erro, quien decía que “el carácter de los jóvenes se templa en la adversidad”, y con ese motivo daba unas palizas de padre y señor mío, la exigencia de Guillermo Haro era muy grande y en él era natural el ejercicio de la frase lapidaria. Su vocación de fiscal saltaba a la vista. Irónico, ejercitaba su ingenio con mucha constancia. Contundente, rotundo, inapelable, agudo en sus juicios implacables, cuando creía en un joven, le daba su lugar, lo convertía en su compañero, lo reconocía, quería ayudarlo en todo con enorme generosidad. No importaba la diferencia de edad, se volvía virtualmente un hermano mayor.

Así le sucedió a Fernando Broder en Tonantzintla, que tocaba a su puerta a la una de la madrugada y le pedía que lo llevara a Puebla a comprar cigarros y el ogro accedía, simplemente porque admiraba la inteligencia de su estudiante. Haro tenía la pasión de la inteligencia, pero también la de la amistad, la del amigo que se transforma en hermano, y de pronto, por una decepción se acaba todo, y entonces se sufre una barbaridad.

Pasaba muy fácilmente de la conversación al debate, del debate a la discusión y de allí al pleito. Guillermo se iba exasperando cada vez más y defendía con furia las grandes causas sociales: la Revolución guatemalteca y más tarde condena la invasión de Guantánamo. Sabía protestar con una elocuencia tan vigorosa que entusiasmaba a sus oyentes. Decía que iría a Estados Unidos cuando Estados Unidos nos devolviera Texas, pero lo que más le angustiaba era lo que podría causarle daño a la universidad.

En el joven Guillermo había un sentimiento de responsabilidad moral muy poco común. Años más tarde, los trabajadores quisieron crear un sindicato en Tonantzintla y se enfureció: “Cuando trabajen tanto como yo, entonces aceptaré que me hagan un sindicato”. Después cedió, pero siempre condenó la corrupción del sindicato de maestros y del de Petróleos Mexicanos. Consideraba que la corrupción sindical era parte de la política mexicana y la responsabilizaba por el atraso de nuestro país. Amigo de defensores de sindicatos limpios, se acercó a Armando Castillejos, Carmen Merino, Carlos Fernández del Real, en 1968, cuando amigos como José Revueltas y Eli de Gortari cayeron en la cárcel al lado de los estudiantes. Allá fue los domingos a visitarlos. Solidario, años más tarde, en Tonantzintla, le afectó la muerte fulminante del joven ingeniero en electrónica Eduardo de la Rosa, y le dio vueltas y vueltas durante días. La relacionaba con su propia muerte, zas de golpe, y sin sufrir.

Si Guillermo Haro en algunas cosas parecía jacobino, era demasiado inteligente y demasiado creativo –pocos pensamientos tan originales como el suyo– para ser sectario. Extraordinario crítico literario, leía muchísimo (regresaba siempre a Goethe, a Joyce, cuyo Ulises admiraba, porque en él hizo una descripción maravillosa de lo que es el cielo y puede ser la astronomía; a Thomas Mann; (sobre todo José y sus hermanos) la Paideia, de Jaeger; Shakespeare; Kafka, y le fascinaron México y sus revoluciones, de José María Luis Mora. Se mantenía atento a la literatura mexicana actual gracias a México en la Cultura, y sus juicios eran lúcidos, certeros y muchas veces demoledores, tanto, que aventaba el libro contra el techo. “No lo levantes, no vale la pena”.

Su ironía no tenía paralelo. Fue él uno de los que propuso a Octavio Paz como miembro del Colegio Nacional, y se convirtió en uno de los apasionados partidarios de Gunther Gerszo, Rufino Tamayo, Francisco Toledo y Vicente Rojo. Juan Soriano se ganó su simpatía porque se presentaba con su cuaderno en la Torre de Ciencias para seguir cursos de astronomía.

Compartir la vida de un hombre de esa estatura, de ese calibre, fue un privilegio, pero también un reto, porque Guillermo no sólo se desafiaba a sí mismo, retaba a cualquiera que se le ponía en frente, fuera quien fuera. “¿Por qué no le tiras a algo grande en vez de entrevistar babosos?” –se irritaba conmigo.

Luis Enrique Erro era igualmente severo, y cuando Guillermo Haro llegó a dirigir al mismo tiempo los observatorios de Tacubaya y de Tonantzintla reprodujo con los jóvenes mucho del comportamiento que el propio Erro tuvo con él. Quería que investigaran y publicaran, que estuvieran al día tanto en la universidad como en la academia. En el Colegio Nacional ningún miembro podía dormirse sobre sus laureles. Así, por ejemplo, marcó sus diferencias con Alberto Barajas, Carlos Graef Fernández y Nabor Carrillo, pero recordaba con gusto una frase de Barajas: “Cuando nos reíamos, nos sentíamos dioses”.

Impulsar la ciencia en México sigue siendo una empresa titánica, y aunque Copérnico, Kepler, Galileo y Newton eran sus gigantes, Guillermo luchó solo y tuvo que confrontar la ignorancia y la cerrazón de los políticos que no se habían puesto al día, desde el ex presidente Manuel Ávila Camacho, a quien Luis Enrique Erro invitó a ver los adelantos del Observatorio de Tonantzintla. Para el presidente, todo lo que sucedía allí era misterioso y preguntó cómo y con qué trabajaban, y cuando Erro y Haro respondieron que con espectros, el presidente exclamó: “¡Ay, nanita!”, porque nunca imaginó que las estrellas novas descubiertas se revelaban por primera vez en placas espectográficas. El “¡Ay, nanita!” del ignorante sigue vigente; los políticos y los empresarios no tienen idea de lo que es la ciencia y creen que no hay que invertir en ella ni en tecnología porque podemos importarla de Estados Unidos.

En la ciudad de México, Guillermo Haro se levantaba en la madrugada lleno de energía para acudir a las distintas citas con los secretarios de Estado que habrían de apoyar su proyecto, pero a medida que pasaba el día iba desinflándose hasta la depresión. En la Secretaría de Hacienda, en la de Educación, en la de Comunicaciones le ponían toda clase de dificultades para la creación de un nuevo departamento científico o las becas a jóvenes científicos, y le enfurecían la impuntualidad, las antesalas, la burocracia, las secretarias que se pintan las uñas. También le enfurecían los rectores, y alguna vez le preguntaron en una conferencia por qué no tomaba la palabra, y respondió que hablaría en cuanto el rector de la Universidad Autónoma de Guerrero dejara de masticar su chicle, respuesta que causó estupor. Guillermo era de una exigencia constante, no sólo de una exigencia intelectual, sino moral.

En 1972, gracias a la ayuda de su amigo de infancia, Hugo Margain, entonces secretario de Hacienda, Guillermo le dio un impulso enorme al Observatorio de Tonantzintla, que languidecía, y lo convirtió en el moderno Instituto de Astrofísica, Óptica y Electrónica, INAOE. “¿Por qué no podemos fabricar nuestro propio vidrio óptico?, ¿por qué tenemos que depender de la Bausch and Lomb?” –se irritaba, y en 1973 inició en Tonantzintla el taller de óptica, bajo la dirección del doctor Daniel Malacara.

La casa se llenó de armazones de anteojos que los niños y yo nos probábamos y con los que bailábamos en torno suyo arrancándole por lo menos una sonrisa.

Agresivo, enérgico, combativo, impugnador, autoritario, obsesivo, a la vez optimista y pesimista, profundo en sus afectos, visionario, Haro marcó a todos los que lo trataron. Nunca durmió tranquilo, nunca dejó que se le asentaran las aguas. Inquieto siempre, imaginativo, era un ser de excepción. Discutidor obstinado, resultaba muy bravo a la hora de los debates. Imponía por su sola voz, y su personalidad era tan fuerte que en todas partes sobresalía. Haro pesaba. Aún sin hablar se volvía el centro de atención. Podía ser imprevisible. La gente lo veía hacia arriba, y uno de sus estudiantes lo describió como alto, siendo que no lo era.

Es difícil conocer a un hombre más aventado, más dispuesto a jugársela que Guillermo Haro.

Guillermo Haro (parte 3)

Elena Poniatowska

La Jornada

En 1967, Guillermo Haro decidió instalar un observatorio en San Pedro Mártir, Baja California, y en 1972 otro en Cananea, Sonora. Tanto en el de San Pedro Mártir como en el de Cananea dejó mucho de su salud, ya que nunca supo lo que era descansar. “¡Por un lado se ve el océano Pacífico y por el otro el mar de Cortés en el golfo de California!”–exclamaba emocionado desde el pico más alto de San Pedro Mártir.

Le entusiasmaba la belleza del sitio en que instalaría el telescopio a 2 mil 800 metros sobre el nivel del mar. Él mismo conducía la pick-up entre Mexicali y Ensenada para luego ir al rancho Melling y tomar la carretera en construcción a la cima de La Encantada. Le desesperaba ver a los jornaleros sentados a la orilla del camino en vez de picar piedra.

Una mañana se puso a hacerlo para ponerles la muestra. Subía hasta la cumbre a caballo y aunque en la noche no podía dormir bajo la tienda de campaña en su sleeping bag, su amor propio no le permitía que un joven le ganara a sus más de 50 años. Era competitivo hasta la exacerbación. Lo mismo le sucedió en el observatorio de Cananea, en el que trabajó hasta agotarse y con una gran carga de ansiedad, dando de sí hasta lo último de sus fuerzas no sólo en tareas astronómicas sino administrativas y hasta de ingeniería: la construcción de la carretera, los permisos, el mantenimiento de la extraordinaria Casa Greene que compró para el instituto.

En uno de sus viajes, se le ocurrió regresar en tren y como se desesperara de la lentitud y lo largo del trayecto, el “porter” intentó calmarlo: “¿Pero en qué país cree usted que vivimos, señor? Esto es México”.

Alguna vez que viajamos con él a Cananea y dormimos en la Casa Greene, nos enseñó una habitación gigantesca forrada de madera que servía de refrigerador para todos los filetes que se comía el coronel William Cornell Greene, de la Cananea Copper Company, y nuestro hijo, Felipe, comentó que ojalá y a Greene se le hubiera cerrado la puerta hasta congelarlo en vez de matar a los mineros de la huelga de Cananea.

Rembrandt lo acompañó siempre; Rembrandt joven y Rembrandt viejo, los dos autorretratos. Le impresionaba la mirada de desencanto y de tristeza del viejo. Veía obsesivamente los dos retratos y decía de él mismo que se parecía al viejo solitario, desencantado y gruñón. Reía de sí mismo y repetía en inglés a Dickens: “Scrooge was an old man, nobody loved him and he loved no one”.

En esos últimos años se dulcificó. “No vayas a chocar, hijo. Vete con cuidado”. Ni por equivocación asistía a un entierro o a un velorio. “Me chocan ese tipo de manifestaciones”. Al último al que asistió fue al del doctor Ignacio Chávez. En el Instituto de Astronomía lo querían muchísimo y se sentía arropado. En su casa no sabía qué hacer consigo mismo y lo desesperaban los días festivos, ya no se diga las huelgas universitarias que consideraba verdaderas catástrofes. Amaba a la universidad con todas sus fuerzas, la consideraba la raíz de México, su termómetro, su conciencia.

Nunca se dio cuenta, hasta qué punto podía ser luminoso y miraba incrédulo a quienes le rendían homenaje. Así como el pintor Braque decía que el arte es una herida que se transforma en luz, así también la astronomía lo hirió y lo convirtió en luz.

Al morir Guillermo Haro, desparece uno de los últimos representantes de esa generación del México moderno compuesta por Ignacio Chávez, Diego Rivera, José Clemente Orozco, David Alfaro Siqueiros, Carlos Chávez, José Vasconcelos, los hermanos Daniel e Ismael Cosío Villegas, Arturo Rosenblueth, los hermanos José y Julián Adem, Alberto Sandoval Landázuri, Marcos Moshinsky, Juan Comas y otros con quienes funda la Academia de la Investigación Científica; Alfonso Reyes, Alfonso Caso, en fin, los grandes hombres que forjaron el México que hoy heredamos.

Al salir de su casa en la noche, miraba al cielo. Antes de subirse a su automóvil levantaba la vista hacia el cielo. Al abrir la ventana de su recámara en la noche miraba al cielo y se iba. Haro siempre fue mucho más allá. En un hombre tan lleno de cielo, la conciencia del espacio y de lo que significamos dentro de él, le hizo darse cuenta que su cuerpo también es espacio y supo muy pronto que era asimismo una versión microcósmica de la bóveda celeste. Respiraba estrellas y la luz atravesaba por él a 300 kilómetros por segundo, así como le toma un segundo ir de la Luna a la Tierra. Su cuerpo como el de otros notables se volvió un universo, y aunque el espacio interior no tiene forma, Guillermo lo vivió intensamente; tan es así que hoy a Guillermo Haro lo sentimos presente.

El texto del doctorado del Case Institute of Technology, de Cleveland, Ohio, que le fue entregado el 9 de junio de 1964 es conmovedor y quisiera leerlo aquí para finalizar:

“Eminente científico y educador, conocido y respetado en las repúblicas americanas y en el ámbito de la ciencia, usted ha dedicado su vida a la ilustración de sus semejantes. Sus búsquedas e investigaciones han llevado a notables descubrimientos astronómicos. Usted es un pionero en el avance de la comprensión de la teoría de formaciones de estrellas y en la evolución estelar. Usted ha contribuido eficazmente al crecimiento de medios de investigación astronómica en México. Su trabajo ha dado renombre a su universidad y a su país. En los años futuros, estudiantes y astrónomos de muchas naciones serán beneficiados con los estudios y descubrimientos de usted.

“En reconocimiento a sus múltiples logros el Instituto Tecnológico de Case se enorgullece al premiarlo con el grado honorario de Doctor en Ciencias.”

Guillermo Haro pudo hacerle el bien a México, a sus discípulos, a quienes lo siguieron, a quienes creyeron en él, a quienes lo amaron y a quienes no lo amaron. Incluso después de muerto, a sus hijos y a mí, nos lo está haciendo.