marzo 22, 2007

Descubren objeto insólito que no es estrella ni planeta

Estudiante e investigadora, astrónomas de la UNAM, descubren un objeto a 500 años luz de distancia que es muy pequeño para ser estrella, pero tampoco es un planeta porque no orbita a una estrella, además de que está rodeado por un disco protoplanetario de gas y polvo.

El objeto Cha 110913-77344, parecido a una estrella enana café, está rodeado de un disco de gas y polvo donde eventualmente se podrían desarrollar planetas, es sólo ocho veces más masivo que el planeta Júpiter.

Imagen artística de un sistema solar hipotético centrado alrededor de un pequeño "sol", con un sistema planetario alrededor de una estrella de tamaño similar al de nuestro Sol. El objeto representado arriba a la derecha es una interpretación de la enana café, de una centésima de la masa del sol de la imagen, con un disco protoplanetario que la rodea. Crédito: NASA/JPL-Caltech.

Se han encontrado planetas alrededor de estrellas con masas similares o un poco mayores hasta 10 veces la masa de Júpiter.

El que tenga un disco protoplanetario hace preguntarse si los objetos que se formen en él habrán de llamarse planetas.

El descubrimiento del insólito objeto es un desafío para las definiciones actuales de estrella, enanas café, planeta, satélite o sistema solar

La segunda y tercera autoras del descubrimiento son la estudiante de doctorado Lucía Adame, del Instituto de Astronomía, y la doctora Paola D’Alessio, del Centro de Radioastronomía y Astrofísica, ambos de la UNAM, dirigidas por Kevin Luhman, de la Universidad Estatal de Pennsylvania.

El objeto descubierto Cha 110913-77344 es insólito porque su densidad es sólo ocho veces más masivo que un planeta como Júpiter y menor a una centésima de la masa del Sol como para ser una estrella, pero se formó aislado, sin estar ligado gravitacionalmente a una estrella como para considerarlo planeta, además de que está rodeado por un disco de gas y polvo donde podrían llegar a formarse planetas como ocurre con las estrellas en formación.

Los investigadores de Estados Unidos y México combinaron el uso de distintos telescopios situados tanto en la Tierra como en órbita alrededor de ella para el descubrimiento de esta “estrella fallida”, como son el Spitzer, el Hubble, el telescopio Blanco del Observatorio Interamericano Cerro Tololo y el Géminis, situados en los Andes, en Chile.

El que el objeto descubierto tenga sólo ocho veces más masa que el planeta Júpiter y que no orbite alrededor de una estrella se sale de la definición actual de planeta, si se hubiera formado alrededor de alguna estrella o enana café, sin duda sería un planeta. Tampoco tiene suficiente masa como para considerarlo una enana café, para lo cual tendría que alcanzar a tener de 13 a 80 veces la masa de Júpiter.

El grupo que realizó el descubrimiento, dirigido por Kevin Luhman, de la Universidad Estatal de Pennsylvania, está conformado por Lucía Adame, del Instituto de Astronomía; Paola D’Alessio, del Centro de Radioastronomía y Astrofísica, ambas de la UNAM; Nuria Calvet y Lee Hartmann, de la Universidad de Michigan, y S.T Megeath y GG. Fazio, del Centro de Astrofísica de la Universidad de Harvard. El descubrimiento fue publicado el 10 de diciembre en la revista arbitrada Astrophysical Journal Letters.

Materia oscura frena las sondas espaciales

Así lo afirman José Antonio de Diego, del IA; y Darío Núñez y Jesús Zavala, del ICN, en la revista international Journal of Modern Physics. Tal fenómeno puede deberse al efecto gravitatorio del material que circunda el espacio desde el planeta Urano y en el cinturón de Kuiper.

Investigadores de los institutos de Astronomía (IA) y Ciencias Nucleares (ICN) de la UNAM postulan que materia desconocida, posiblemente oscura, podría ser la causa de la anomalía en la trayectoria de sondas espaciales como las Pioneer o Voyager, que ya han salido del Sistema Solar.

José Antonio de Diego, del IA; y Darío Núñez y Jesús Zavala, del ICN, sugieren –en un artículo de la revista International Journal of Modern Physics, de alto impacto mundial– que tal fenómeno puede deberse al efecto gravitatorio del material que circunda el espacio desde el planeta Urano y en el cinturón de Kuiper.

Tal región es parecida al cinturón de asteroides ubicado entre las órbitas de Marte y Júpiter, sólo que éste está más allá de la trayectoria de Neptuno, a una distancia de entre 30 y 50 Unidades Astronómicas, tomando en cuenta que cada una de ellas es equivalente a 150 millones de kilómetros.

Los científicos se han planteado una variedad de causas del frenado de las sondas, tales como la radiación solar o polvo cósmico, sin embargo sus explicaciones no logran solidez. Empero, los expertos de la UNAM han propuesto una fuerza gravitatoria de materia desconocida u oscura; sobre todo porque tal frenado se produce a partir de que las sondas entran en el cinturón de Kuiper y continúa en toda la región por la que se distribuye, lo que lo convertiría en posible candidato causante. Al calcular si sus partículas, por efecto gravitatorio, podrían ser las responsables de la desaceleración, resultó insuficiente. Tal fenómeno es pequeño, muchísimo menor al que nos hace estar sujetos a la Tierra.

Las sondas espaciales –como las Pioneer 10 y 11 o las Voyager 1 y 2–, no obstante ya haber cumplido sus misiones continuaron emitiendo señales, lo que permitió hacer el seguimiento de sus trayectorias y en algún momento detectar un frenado que podría deberse a un sinnúmero de causas, tales como el desprendimiento de alguna pieza o fuga de gas. En virtud que tal situación se manifestaba en todos los artefactos dio lugar a preguntarse con seriedad qué lo causaba realmente.

Ante ello, los investigadores mexicanos plantearon una posible explicación del frenado como un asunto gravitatorio, una distribución de materia que por gravedad permitiera pensar que los elementos que conforman el cinturón de Kuiper no reúnen la suficiente materia común como para causar tal efecto gravitacional.

Muchas han sido las misiones Pioneer de la NASA. La primera fue lanzada en 1958 para orbitar la Luna, pero fue hasta 1972 y 1973 cuando se mandaron las Pioneer 10 y 11 hacia los lejanos planetas gigantes gaseosos Júpiter y Saturno. En 1977 se enviaron las sondas Voyager 1 y 2 con destino a Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno.

Aún hoy, la Voyager 2 continúa proporcionando información para estudiar los confines de la influencia del Sol y el comienzo del oscuro espacio interestelar.